Recordando al Conejo - Fernando Velasco Abad

Aprendizaje activo: ¿hay algún otro?


"El conocimiento es como un árbol;
las hojas crecen desde el mismo árbol, desde adentro”
(Constance Kamii)

- “Esta es una escuela activa. Los niños se sienten a gusto, el juego es aquí lo principal”, me dijo el director cuando fui con mi hijo mayor, entonces de 7 años, a inscribirlo en esta escuela particular de la ciudad de México, renombrada en aquel momento entre las escuelas activas de la zona. De esta escuela terminaría sacando a mi hijo, al terminar el año, para buscar, desesperada, algo menos 'activo'.

- “Una institución inscrita en las modernas corrientes de la escuela activa”, decía el folleto promocional que a continuación enumeraba un largo listado de virtudes de este colegio particular en Buenos Aires. Después de tres años en este colegio activo, mi hijo menor terminó la enseñanza secundaria con un rechazo absoluto al estudio.

Pedagogía activa, métodos activos: todos los ofrecen; pocos lo entieden y llevan a la práctica. Una pedagogía activa rompe con los esquemas usuales de hacer educación, con los roles convencionales de educador y educando, con la comprensión usual de lo que es enseñar y aprender.

Muchos confunden pedagogía activa con activismo. Alumnos realizando febrilmente actividades. Profesores moviéndose incansablemente intentando amenizar la clase.

Muchos creen, equivocadamente, que lo 'activo' se refiere a la enseñanza. No obstante, una enseñanza activa no garantiza necesariamente un aprendizaje activo. El profesor o profesora pueden terminar agotados, mientras los alumnos continúan de espectadores, sin poner un gramo de emoción o de materia gris en el espectáculo. 

Muchos creen que lo 'activo' se refiere a actividad física. No obstante, una pedagogía activa es, esencialmente, una que moviliza las neuronas, que activa el cerebro, que estimula al alumno a pensar, a hacerse y a hacer preguntas, a problematizar la información que recibe, a dudar, a argumentar, a discutir, a sacar conclusiones propias, a identificar y resolver problemas, a pensar autónomamente, a esforzarse por entender y por aprender, a desear saber más. 

Bien vista, una pedagogía activa no debería considerarse una innovación. Porque el aprendizaje es activo o no es. Y esto es válido tanto para el niño como para el joven o el adulto. Quien no tiene un rol activo en su proceso de aprendizaje, no aprende. Si al alumno solo se le 'transmite' información, puede esperarse que la regurgite y repita, no necesariamente que la comprenda y la transforme en conocimiento.

Aprender implica vincular los nuevos conocimientos a los conocimientos previos que tiene cada persona y hacer sentido de ese encuentro entre lo nuevo y lo viejo. Aprender implica pensar, explorar, experimentar, descubrir, reflexionar, construir, de-construir, equivocarse, rectificar, desaprender, crear. Enseñar es ofrecer al alumno condiciones y oportunidades para que haga todo eso, con entusiasmo, sin miedo, a partir de sus necesidades e intereses, a su ritmo, individualmente y en colaboración, en interacción consigo mismo y con los demás.

Una pedagogía activa es una invitación a confiar en la capacidad de aprender que tiene el ser humano, por ser humano más que por ser alumno. Es estar dispuesto a ceder al alumno el rol protagónico en su proceso de aprendizaje, aceptando al mismo tiempo la compleja responsabilidad que en ese aprendizaje tiene quien, ubicado en el rol de educador, debe facilitarlo, estimularlo y orientarlo.

Una pedagogía activa es, por eso, paciente y pausada, empática y amena, centrada en el alumno y en el aprendizaje, consciente y
respetuosa de la diversidad, enemiga del autoritarismo y del paternalismo, refractaria a manuales y a materiales hiperestructurados, reñida con la rigidez y la rutina.

Una pedagogía activa crea buenos lectores, lectores que reflexionan sobre lo que leen, que interrogan al autor, que sacan conclusiones propias. Una pedagogía activa fomenta escritores, no copistas.

Una pedagogía activa acepta que todo lugar, momento y edad son buenos para aprender, dentro y fuera de las aulas.

Una pedagogía activa respeta al alumno, junta cabeza y cuerpo, trabaja no para la prueba sino para el aprendizaje, mira el error no como una señal roja sino como una señal verde que indica la posibilidad de un nuevo nivel de conocimiento, aspira al disfrute no solo del aprendizaje sino también de la enseñanza.

Tan simple y tan complicado. Tan fácil de decir y tan difícil de hacer. Porque políticos, padres de familia y profesores cargamos con ideologías educativas forjadas en pedagogías simplificadoras, transmisoras, reproductoras. Porque, pese a tanto nuevo conocimiento y a tanto demostrado fracaso, preferimos seguir creyendo que el aprendizaje se resuelve llenando cabezas con informaciones y datos.




3 comentarios:

  1. Dra. Torres su entrada me inspiró para hacer una propia en mi blog. Gracias!

    http://heterolexia.com.mx/2017/08/07/cuando-mas-no-es-mejor/

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  2. Qué bien. Me alegro. Leí su texto. Hace poco leí sobre dislexia, le comparto estos dos artículos que pueden interesarle:
    - Dyslexia ‘should be seen as a sign of intelligence’ says Richard Branson http://metro.co.uk/2017/05/01/dyslexia-should-be-seen-as-a-sign-of-intelligence-says-richard-branson-6608071/#ixzz4pDZs3uoG
    - “Oficialmente, la dislexia es un trastorno de la lectura, no de la escritura” http://www.elperiodico.com/es/ciencia/20170730/el-ritmo-de-la-escritura-a-mano-se-manifiesta-desde-la-infancia-6198331
    Saludos cordiales, Rosa María

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  3. Muchas gracias Dra. Torres, por los links (que nos serán útiles) y también por su blog. Cuando impartía la clase de Educación Comunitaria en el norte de México algunos de sus artículos eran de mis textos base. El proyecto de Heterolexia es para traer una visión más comunitaria con respecto a la dislexia, una visión más de comunidad de aprendizaje. Saludos!!!

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